La música, como lenguaje universal y medio de expresión de los sentimientos más profundos y diversos, tiene un valor incalculable e influye profundamente en nuestras emociones, recuerdos y sensaciones, modelando así la identidad cultural y social de los individuos y grupos humanos. Numerosas investigaciones han demostrado su capacidad para generar energía y modular estados emocionales.

A nivel neurocientífico, se ha observado que los ritmos musicales activan diversas áreas del cerebro, estimulando procesos cognitivos como el aprendizaje y la memoria, y regulando hormonas relacionadas con el estrés. En resumen, la música no solo nos acompaña en nuestras vivencias cotidianas; también tiene un impacto significativo en nuestro bienestar emocional, cognitivo y físico.